miércoles, 20 de julio de 2011

Bolivar y el florero de Llorente

Hoy se cumplen 201 años de la independencia de Colombia. ¿Sabéis cómo y dónde comenzó todo? Con un florero y en Bogotá. Os lo cuento.

Los criollos, hastiados, humillados y apartados de la vida política por los españoles, pensaron en provocar un enfrentamiento de orden público y así tener una excusa para expresar su descontento.

Y llego la fecha elegida. El 20 de julio de 1810, según el plan ideado, un grupo ce criollos se plantó en casa del comerciante español José González Llorente para pedirle prestado un florero con el que adornar la mesa de un banquete que se iba a celebrar en honor al comisario real Antonio Villaviciencio. Si el español se negaba al préstamo, los criollos ya tendrían una excusa para empezar con el lío. Efectivamente Llorente dijo que no, pero lo hizo con educación, explicando que había prestado ya el florero varias veces y que se estaba deteriorando. El plan A había fallado, había que conseguir armar follón fuera como fuera, así que hubo que recurrir al plan B. Así, otro criollo, Francisco José de Caldas, pasó por enfrente del almacén del comerciante y lo saludó. Fue entonces cuando Antonio Morales, otro de los cabecillas criollos, lo reprendió por dirigirle la palabra a un "chapetón", enemigo de los americanos, y comenzó a gritar que el comerciante español los había insultado. El follón estaba ya montado. Los primeros gritos contra los españoles empezaron a oírse en la plaza, abarrotada de gente por ser día de mercado: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! ¡Arriba la independencia!

Tras estas revueltas se formó la Junta de Gobierno que vino a sustituir al Virreinato pero a la independencia todavía le quedaba un largo camino por recorrer que culminaría el 7 de agosto de 1819 en la Batalla de Boyacá con Simón Bolivar a la cabeza.

Por cierto, según estudios recientes, Bolivar no murió de tuberculosis, como les han enseñado en el colegio a todos los colombianos desde bien pequeños, sino por un desequilibrio hidroelectrolítico que traducido a cristiano significa una pérdida elevada de agua, sodio, bicarbonato y potasio a través del intestino.

Hoy creo que es un magnífico día para empezar a leer la biografía escrita por el colombiano William Ospina sobre "El libertador", ese hombre al que "la política intentó convertir en estatua, detenerlo en el mármol, pero su leyenda se fue extendiendo por la historia, por el arte y por la literatura".

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